Memorias

Con el tiempo el recuerdo es menos y la sensación es más.

martes, 29 de mayo de 2012

Zippo


Bien, me explico, estaba yo escribiendo mi segunda historia larga. Llámese larga a una que no acaba de un tirón.
La primera, “He”, me costó y he de confesar que al final la acabé de un tirón al no soportar tanta demora. Tomé un atajo y salí de ella. Pero luego empecé “El camino”. Esa historia me gusta. Y coincidió con que me fui de viaje a “mi pueblo”. Allí una amiga estaba en su segunda quimio y al mes murió. 
A ver, uno en el siglo XXI no muere de cáncer sin luchar y menos con 45 años. Ella estuvo bien cuando llegué, luego ingresó porque se puso mala y en dos semanas murió. 
Hablamos del mes de mayo, cuando ella supo del cáncer en enero. Algo no cuadra.

Se supone que el luto emocional dura tres meses y eso me da la libertad para decir chorradas. 

Eterno rima con fraterno. 

Un amigo no se va, incluso si terminas la amistad, recuerdas todo hasta ese instante.

No me asusta la muerte. Estuve con mi abuelo mientras unos sujetos le inyectaban formol y hablaban del partido de football.  Vestí y maquillé a mi primera suegra. He presenciado un sin número de funerales de pilotos en los que sólo se pusieron cenizas en el ataúd. 

De algún modo todos murieron haciendo lo que quisieron. Mi amiga también, era madre, cuidaba de los suyos, pero ella no quería morir aunque tenía asumida la posibilidad.

Todos sabemos que cualquier día nos puede atropellar un tren pero nunca sucede.

Cada cual cree tener claro su papel aquí, mientras uno está vivo necesita tener claro su papel. Unos ya están jubilados, cuidando nietos, calmos. Otros en la universidad buscando su camino. Hay quienes creen que están luchando por cambiar el mundo. Otros creen que están robando tiempo. Y hay quienes creen que lo que aprovechan todo porque hoy es hoy y mañana quién dirá. Todos, ineludiblemente nos explicamos nuestro papel en este teatro. 

Muchos creemos tener buenos diálogos, mientras creemos ver a otros que solo pasan el café.

Se supone que yo soy feliz, soy una gata casera, me quieren mucho. Mi nombre significa “abeja del hogar” 

Veo a Zippo, mi nuevo perico, un agaporni celeste. Ese que llegó ayer a casa tras la muerte inexplicable y violenta de los canarios. Nadie sabe lo de nadie.

Zippo, en cuanto no me ve, comienza a roer los barrotes de su Alcatraz particular. El lo controla todo, calcula cuánto tiempo le tomará huir de la jaula a la galería. Fuera hay hurracas, cuervos, gatos, y ni un anaporni suelto con quien huir y ser feliz.

Debo ganarme su confianza, hacer que se sienta seguro conmigo, proveerle de todas sus necesidades y hasta de sus caprichos, para que se acostumbre a vivir aquí y además sea feliz.