Memorias

Con el tiempo el recuerdo es menos y la sensación es más.

viernes, 18 de junio de 2010

Mi Jack Bauer


Martes 15 de junio de 2010 0:09h

Cuando empecé a ver la serie 24h me parecía muy interesante, no podía dejar de verla y aunque Jack Bauer era un hombre muy hábil, inteligente, arrojado, valiente y todos los adjetivos que puedo yo desear en un hombre, el actor Kiefer Sutherland no es mi tipo, es rubio y un poco bajo para mi gusto, y no es que yo sea exigente pero si voy a elegir un actor para ser su novia secreta cuando sueño puedo elegirlos altos, morenos, con miradas profundas y cejas perfiladas, en fin, que cuando veía la serie, toda la atención la tenía la acción. Algo así experimentarán los hombres cuando ven el fútbol.

Bueno, a lo que voy, cuando empecé a verla en orden y comerme hasta 4 capítulos cada noche, las cosas fueron cambiando, ya me gustaba su sonrisa, esperaba la mueca que hacía a los cobardes, el cuerpo aunque no era mi tipo sin embargo era muy fuerte y se veía tonificado, su perfil empezaba a parecerme dulce y sus gestos ya me hacían imaginar más. Creo que en la 4 temporada ya le había dado el si en el altar y sería madre de sus 15 hijos, Jack Bauer era el hombre de mi vida. ¿El roce hace el cariño?. Cuando vine a vivir a mi casa ésta venía con las plantas que sus dueños anteriores decidieron poner, me gustan los árboles pero nunca había tenido rosales, odio las plantas que tienen espinas, me parecen mal agradecidas, si te acercas a podarlas o a ponerles tierra buena o a lo que sea, puedes salir sangrando, así que ni bien empecé a ocuparme del jardín decidí sacarlas.

Como nunca tiro nada hasta saber qué haré con ese espacio pues ahí quedaron, y ese verano vi todos los aromas y colores de cada uno de los rosales que, sin tener ningún mantenimiento y habiendo sido abandonados en esa casa por años, se mantenían vivos y floreciendo. Verdaderos caprichos de botones, abriendo fuegos y rompiendo el viento con su aroma. Vino el frío, luego la nieve, el granizo y, por fin, el sol, y ellos ni bien pudieron brotar, brotaron, me iban convenciendo. Lo que terminó de enamorarme fue cuando por unos trabajos cerca de la piscina una retro escavadora niveló una parte del jardín, dos rosales gigantes salieron con la tierra desplazada. Yo los dejé junto a un árbol y ahí con la raíz desnuda permanecieron un mes, terminada la obra me puse con el jardín, decidí darles tierra y agua a esas raíces viejas, y como no podía ser de otro modo, mis Jack Bauer del jardín brotaron, primero unas hojitas rojas, luego se abrieron grandes y verdes y al final una rosa perfecta. Ahora son mis mimados, esos dos rosales que son tan anchos como un árbol, ya se pueden jubilar porque no les faltarán cuidados mientras yo mande en mi jardín.

¿Es cuestión de tiempo enamorarse? ¿Se puede enamorar uno de cualquier cosa? ¿Es el patrón de actos el que enamora? Si alguien cuenta con el tiempo suficiente para cumplir la secuencia de actos del patrón emocional particular de la persona amada entonces ¿la consigue? ¿y el que empieza amando? A ese nadie le ha conseguido enamorar ¿Unos se enamoran y a otros hay que enamorarlos? ¿Es un juego de roles? En igualdad de condiciones ¿o se entregan pronto o se trabajan mucho pero ambos? Más me parece eso, si uno es menos adorable le toca trabajar, ser el rosal, aguantar y persistir, pero si es por naturaleza adorable entonces está esperando o a un rosal que persista hasta que aprendas a enamorarte de él o a otro adorable que le apetezca enseguida y sea mutuo, como sería natural entre dos adorables. Pero cuando pase el frío, la lluvia, el granizo, cuando el sol vuelve y uno ya se ha visto en todas las situaciones ¿cuanto resiste lo adorable? El rosal me consiguió para siempre, y Jack Bauer también, lástima que ya no creo que haya una novena temporada, pero la vería.

¿Lo adorable cansa? No, no es que canse, lo que realmente pasa es que aburre, es como los cortes de pelo, nos sientan bien pero cambiamos, necesitamos ver distintos, no pluralizaré, necesito ver distintos paisajes, he aprendido a disfrutar del los primeros brotes, a perseguir los tonos de las hojas, emocionarme cuando el peral florece, pero para eso debe haber perdido todas las anteriores, debe estar desnudo, sólo cuando conoces a alguien desnudo, sin los accesorios que nos hacen adorables puedes enamorarte. Debo apreciar la acción sin ver al jugador, su atractivo físico solo me impide apreciar su juego, sólo así disfrutaré el fútbol.

Mi pareja debe ser aquel que en primavera me da el placer de sus aromas, debo verlo sudar en verano por el trabajo que hace y que le espera, y en otoño debe provocarme ternura ver caer cada una de sus hojas y que, para cuando nos llegue el invierno ya sepamos sentir la fuerza que vive dentro y que nos mantiene firmes, juntos, para que el viento no nos haga tambalear. Si, definitivamente mi pareja es como mi rosal, ya se puede jubilar.

4 comentarios:

  1. Sin duda, cuan capaz sea uno de profundizar en sus sentimientos, mejorará en gran medida, la percepción que nos dejamos a nosotros mismo percibir.

    Lo adorable nunca cansa, ¿la felicidad cansa?, no creo.

    efectivamente como bien dices, hay que desnudarse, desnudar el cuerpo, alma y mente, generar transparencia en tus acciones y en la mirada, tanto que llegues a verte a ti mismo como ser invisible.
    Cuanta mayor invisibilidad creas tener, ese espectador anónimo no tendrá, sin saberlo, más opción que enamorarse perdidamente de uno.

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  2. La gente se enamora del que entiende su código, en primer lugar, luego cuando se maneja ese código y se escucha lo que se desea es cuando surge la complicidad que nos induce a pensar que el otro es el hombre de nuestras vidas que nos impulsa a seguir tal y como somos ya que el vivir día a día se vuelve más divertido si lo compartimos en el mismo idioma con otra persona. No siempre seguiremos un perfil, sólo seguimos intelectos, sentimientos y estructuras mentales

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  3. Un tema para reflexionar.

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