Memorias

Con el tiempo el recuerdo es menos y la sensación es más.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Dorado arrebol.



Yo vivía en una casa preciosa, tenía todo lo que me gustaba, había pájaros y ardillas, las plantas no crecían muy bien porque se llenaban de hongos, pero estos tenían colores espectaculares. Tenía un muelle que daba al lago, todos teníamos un muelle que daba al lago. Teníamos barquitas y solíamos pasar las tardes con las cañas de pescar remojándose en sus aguas. Nunca nadie pescó nada, nunca supimos qué comían esos peces. Les dimos nueces, y aguacate, también lo intentamos con fideo, pero nada parecía apetecerles. En el lago hacíamos amigos, jugábamos al tenis y comíamos magdalenas. Cuando por fin el arrebol salía nos quedábamos en silencio hasta que este casi rozaba las montañas. Entonces era hora de dormir. 
Mis perros roncaban tan fuerte que era imposible dormir. Yo los miraba mientras dormían. Sacaban sus lengüitas haciendo como que comían, y movían sus pies, al principio mientras estaban aún acostados. Luego se levantaban y se iban al lago. Llamaban a los peces y estos salían del agua. Eran dorados e iluminaban el lago y los muelles, y a los perros dormidos. Parecía que hablaban. Luego los perros volvían y dormían ya sin roncar. Ahí, por fin, me dormía pensando en los peces dorados.
Un día vino a visitarnos una señora, era alta y parecía incómoda. Decía que necesitábamos matar a los hongos, que eran una plaga. Yo pensé que todos se reirían de ella, como yo ya lo hacía. Pero no. Todos estuvieron de acuerdo. Compraron un líquido marrón y lo echaron en sus jardines, yo no quise hacerlo en el mío, pero por debajo de la cerca se metió el líquido a mi jardín. Los perros empezaron a aullar, intentando avisar a los hongos pero estos no se podían mover tan rápido como el líquido marrón. Al final murieron. Y todo el colorido jardín se torno de un verde monótono.
Esa misma tarde no llegó el arrebol, en su lugar una bandada de patos se acercó al lago y se lo llevó. Los peces nos miraron y sacaron sus alas. 
Ahí comprendimos que los peces se alimentaban de hongos.


3 comentarios:

  1. UN CUENTO POCO COMUN,DE CREATIVIDAD Y QUE HABLA SOBRE LOS ANIMALES Y LA NATURALEZA!!! FELICITACIONES AMALIA.

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  2. Qué poca rendija has dejado a la esperanza, me hubiese gustado una pequeña salida en esa puerta que se abre hacia la hecatombe o alguna seta que se hubiese salvado, yo cuido mi jardín y nunca arranco las amanitas aunque sean venenosas, La naturaleza es muy fuerte y yo estoy contento porqué el olivo que planté ésta primavera ya ofrece dos aceitunas. Besos.

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  3. Hay hongos en otros jardines, ahí irá a parar mi lago ;)

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