Memorias

Con el tiempo el recuerdo es menos y la sensación es más.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Inevitable Navidad


Las fiestas señaladas, esas que se repiten año tras año, nos hacen pensar en lo que hemos hecho. Esa marca en el calendario nos evalúa. Podemos hacer trampa y esquivarlas casi a todas. Nuestro cumpleaños; basta con apagar el móvil o no contárselo a nadie. Irnos de viaje en carnaval, aprovechar el feriado de todos los santos y de la semana blanca o santa, pero no podemos evitar la Navidad. Por lo menos no en el mundo occidental, es como si un musulmán quisiese esquivar su Ramadán. 
Vemos escrito allá donde miremos “Feliz Navidad” y puede dar a entender que hay una obligación implícita de estar feliz ¿La hay? Como comunidad ¿tenemos esa obligación? Estar felices, si no todo el año ¿cuando menos al final? ¿cuando menos una vez? 
Como especie ¿necesitamos ser felices aunque sea de un modo impuesto, aunque sea fingido? ¿Necesitamos entregarnos al sentimiento de lágrima floja?
La inevitable Navidad se convierte en un ejercicio de contextualización personal. Y puede que por eso no guste a todos. Es un examen, si, pero también un borrón y cuenta nueva. ¿Qué? ¿no hemos logrado lo que quisimos? pues hay más, hay otro enero, otra primavera, otro tiempo nuevo y conocido. Una vuelta al camino sabiendo un poco más por dónde van los baches.
Debo confesar que a mi me encanta, creo que me fijo más en la cuenta nueva que en el examen. Que lo de la lágrima floja me va y si al contexto le ponemos banda sonora y luces, si hay un tamborilero, un burro, un establo, si bajan los ángeles a indicarnos el camino hacia esa vuelta a empezar, me apunto.
Siempre me ha gustado más el árbol que el nacimiento, puede que sea porque soy de costa, una costa donde no se dan pinos espontáneamente, algún eucalipto perdido, pero pinos muy pocos. 
Bajar por la noche, quedarme junto al árbol con sus luces, todo en silencio, la estrella, y escuchar en mi mente mi selección de villancicos. Y es que sólo la imaginación de una niña puede sentir una blanca Navidad a 30 grados centígrados. 
Ahora que mi año tiene cuatro estaciones y que me entero que no es pino sino abeto el árbol de Navidad, me ha ilusionado más el saber que, cuando llega el invierno con sus inclemencias, cuando los otros árboles pierden las esperanzas con cada hoja que va al suelo, el abeto resiste e incluso se pone más verde, como diciendo “No pasa nada, esto va a salir bien, solo hay que tirar hasta la primavera”.
Será por eso que la Navidad me encanta, que los villancicos me estrujan el pecho, que digo “Feliz Navidad” cuando me dan las vueltas, al tomarme un café, o al salir del supermercado. Por si contagio mi inmadura alegría, esa que se cree lo de Santa, Frosty y Rudolph. La que me hace llenar mi árbol de hadas celtas y ángeles renacentistas, huevos ortodoxos y estrellas de Belén. 
Si repito esta fantasía hasta que suene natural, si obligo a ese camarero a responderme “gracias y Feliz Navidad a ti también”, puede que, por un instante, se sonría y recuerde aquellos años en que a él también le resultaba fácil ilusionarse. Y yo afiance en mi inconsciente que este sentimiento es real.
Aflojar el cuerpo, entregarte a la idea feliz de que todo va a salir bien. Dejar el desengaño para el resto del año y vivir la magia que traen los reyes, santa, la estrella, tu hijo, tu vecino, tu perro, o esa chica que sin saber nada de ti quiso, sinceramente, que pases una Feliz Navidad.
¡¡¡ Feliz Navidad a todos vosotros !!!


4 comentarios:

  1. Gracias, Amalia, por hacerme pensar un poco.
    Gracias por tratar de contagiar tu alegría, tu ilusión de niña, tu sonrisa.
    Que pases tú tb una bonita Navidad junto con todos los contagiados cercanos a ti.
    Un abrazo

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  2. Que guapa te pones cuando escribes con esa ilusión, ya ves, a mi desde que crecieron los niños, estas fiestas me gustan menos, me resulta difícil imaginarme alegre porque toca y hubo un tiempo en que hasta temía la obligada presencia familiar, que traía obligaciones de limpieza casera, cocina, y detrás más limpieza, me iría al mar a ver anochecer todos los días hasta que llegue el 31 y a esperar que pase todo y amanezca el año nuevo.

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  3. Mientras desees que amanezca vamos bien.
    Cada día trae novedades y cada noche esperanzas. Un abrazo fuerte :*

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  4. Felices fiestas Mary, un abrazo de parte de todos mis contagiados ;)

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