Memorias

Con el tiempo el recuerdo es menos y la sensación es más.

lunes, 16 de abril de 2012

El Camino (6º)


Capítulo 2
  • ¿Quieres una Cerveza?¿un vaso de agua? ¿un plátano? 
     
     - No, dame una naranja.
Mientras iba a por un plato, un cuchillo y una naranja mi pecho estaba explotándome, no quería mostrarme nervioso, ni ansioso por saber dónde había estado ni por qué se había ido de ese modo. Temía que al preguntarle por todas esas cosas terminemos en uno de esos momentos extraños en los que no sabes si abrazar o disimular. De modo que me centré en pelar la naranja. Para que la coma tranquilo. 
Su voz y sus gestos me hacían pensar que lo que sea que hubiese hecho había sido bueno para él, pero el que esté todo lleno de lodo, como si lo acabaran de sacar de un documental de Nathional Geographic, me mosqueaba.
Vi como comía la naranja, lo hacía tan lento que me recordó al modo de comer de Reina Claudia.
  • Comes como Reina Claudia - le dije
Sonrió y siguió disfrutando la naranja, como si no tuviese nada que contarme, como si ya yo lo supiera todo. 
  • ¿Quieres que te pele otra?

  • No, ahora si te acepto el plátano.
El plátano se lo entregué tal cual, como se entregan los plátanos entre amigos. Y debió ser eso lo que me animó a preguntar.
-¿Dónde has estado todos estos meses? ¿llegaste a Santiago? ¿estás ahora en tu casa? ¿por qué no me contaste tus planes? ¿Sabes que me has tenido preocupado?
Me di cuenta de que había hecho justo lo que no quería, lanzarle una metralla de preguntas. Ahora no me quedaba más remedio que esperar a que desgrane cada una de sus respuestas, de modo que tomé la fuente de la fruta, la puse sobre la mesa y empecé a comerme las uvas de cuatro en cuatro.
Terminó su naranja, dejó el plato en la pila, se lavó las manos y la cara, arrancó un trozo de papel de cocina y fue empapándolo con su humedad. Alzó las cejas mirando el trozo de papel que había quedado color marrón, y dijo:
  • Creo que antes de empezar a contártelo todo he de darme una ducha. Y no, no he ido a casa aún. ¿Me dejas tu baño y me prestas algo de ropa? No quiero aparecer de este modo delante de mis hijos, ni de los tuyos. Pensarán que he escapado de un zulo en el que he estado prisionero todos estos meses, y nada más alejado de la realidad.
Y con un gesto nuevo, una especie de medio sonrisa combinada con el levantamiento de la ceja contraria a la comisura del labio sonreído, caminó hacia el baño de la piscina. Menos mal.

2 comentarios:

  1. Malo para el narrador, sí ya comienza poniendo tangibles, cara le saldrá la historia. O quizás no.

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