Memorias

Con el tiempo el recuerdo es menos y la sensación es más.

viernes, 1 de octubre de 2010

Botar al Votado

Ayer estuve hasta las cuatro de la mañana siguiendo las noticias de Ecuador. Fue divertido, el día anterior hice las fotos de la huelga en Madrid y por la mañana subí el enlace al Facebook cuando mi hermano me comentó "así se hace una huelga" y puso el enlace de lo que empezaba en Quito, gases lacrimógenos, gente corriendo tras los policías, policías corriendo tras la gente, militares corriendo tras los policías, ya está, me ha quitado el gustito que tenía por mis fotos. 
Lo de ayer si que fue realismo mágico puro y duro, de ese que caracteriza la literatura latino americana. Cuando el Gabo dice que lo de Macondo se lo contó su abuela le creo; si yo escribiera todo lo que me contó la mía, quien sabe puede que hasta lo haga, un día de esos en los que el humor femenino nos la juega y nos da por ponerlo todo de cabeza y ay de quien se interponga en nuestro camino, o un día en el que envenenar a mi paciente marido no me suene algo fuerte y entonces me frene y automáticamente me acuerde de ella, o simplemente porque un olor a yerba buena se cuele por la ventana y me avise que la estoy añorando. 
Victoria, cómo hubiese querido que me pusieran su nombre, sobre todo por eso que oí una vez de que los Masones ponían a sus hijos los nombres con la misma inicial que el apellido porque así se marcaba su carácter. Victoria Verdezoto Vidal, jo, si llamarla Victoria no es marcar positivamente a una niña, ya tenía dos V más para rematar. Victoria ahora estás castigada ¡aja! ¿y? pero ya he ganado, me has dado la victoria sólo con mentarme (otra palabra de mi abuela).
Victoria ha de haber sido una de las consignas que se gritaron ayer en la revuelta, retroceder nunca, rendirse jamás, a por la victoria. Eso seguro se dijo mientras se corría o disparaba, pero no creo siquiera que se pensara en algo así al principio de todo. 
Por lo que pude leer en los periódicos digitales, los comentarios de mis amigas del face, los diarios españoles, la opinión siempre ácida de mi hermano, mi conocimiento del temperamento que nos hace tan particulares, pude concluir, más o menos (esto también muy nuestro), que unos cuantos miembros de la tropa, que seguro no se han leído la constitución que defienden, tienen sin quererlo ni planearlo al Presidente a mano y se les ocurre "oye ¿por qué no lo retenemos para que nos firme un papelito donde nos diga que no nos quitan el bono?" y otro dijo "¡qué buena idea!" y sin un mínimo análisis, ni tan siquiera la típica pregunta que suele acompañar a estos momentos ¿Y qué es lo peor que nos puede pasar? y con la tranquilidad de quien cree reclamar lo justo retienen contra su voluntad al presidente de un país democrático. 
Ecuador es un país donde el pueblo está acostumbrado a ver personal armado en la entrada de bancos, cajeros automáticos y centros comerciales. Guayaquil, mi ciudad radiante y bella con su río singular, cerros de esmeraldas y planicies sin igual tiene, en esas planicies, urbanizaciones cerradas donde los accesos a los domicilios son previo control de la policía privada, todo con el fin de proteger a los que tienen algo susceptible de ser robado. Los coches se compran pensando en ¿y qué es lo peor que puede pasar? por eso compramos Jeeps 4x4, con los cristales ahumados y nunca dejamos que la aguja de la gasolina baje de la mitad. Y, créanme, hacemos bien. No conozco a nadie que no haya tenido que hacer uso de toda la potencia de su coche para huir de una situación de peligro.
La policía en huelga deja a la casa sin gato y como era de esperar los ratones salieron a romper escaparates y llevarse aquel TV de plasma que les hacía tanta ilusión, por llevarse se llevaron hasta los cajeros automáticos, imagino que luego de sacar el dinero lo pondrán en el bar del barrio y recordarán la hazaña mientras ven un "clásico del astillero, Barcelona vs Emelec" y todo será culpa del desgobierno. 
En mi país, la mayoría aprende de chiquito a distinguir la v de la b, diciendo, la grande o la chiquita. Pues no lo hemos superado. Luego de ir a las urnas a votar al elegido creemos que la V crece y que al cabo de un tiempo podemos ir a las calles a Botar al elegido. Es culpa del desgobierno. 
Para gobernar a mi País no hace falta un cuenta cuentos, ni una abuela que nos llene de historias mágicas que nos haga creer que hay que rezar tres noches seguidas al Espíritu Santo sin pensar en el deseo y el último día decirlo con fuerza, y no necesitamos nada de esto no porque no haya sido bueno cuando éramos niños, sino porque llevamos ciento ochenta años siendo una República independiente, la victoria no la trae el nombre sino el hombre, para resolver nuestro constante problema de desgobierno lo que hace falta es que lo queramos todos.
Ya no me parece tan divertido, debe ser por que no he dormido.

1 comentario:

  1. Y no lo fue. Fue un día te-rri-ble.
    Lo que comentas es cierto y más.

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